Zeina, de 10 años, y su
familia fueron desplazados tres veces dentro de Siria antes de venir a
Jordania en busca de seguridad. La familia de Zeina, que es oriunda de
Homs, escenario de algunos de los peores combates en los últimos meses,
tuvo que atravesar Siria para llegar al campamento de Zaatari.
Campamento de Zaatari, Al Mafraq, JORDANIA – Mientras lidia
con la vida en el campamento de refugiados, Zeina busca forma de hacer
las cosas que solía en Homs. Le gusta ir a la escuela del campamento,
ayudar a su madre en los quehaceres y pasar tiempo con sus amigos. Sus
amigos, sin embargo, son aquellos que ha hecho en el campamento o
durante su viaje a través de la frontera.“Voy a la escuela en las mañanas y ayudo a mi madre en la cocina cuando estoy de vuelta”, dice Zeina, cuya madre también trabaja como maestra en la escuela del campamento. “La ayudo tanto como puedo, pero todavía no puedo cocinar; soy muy joven”, dice la niña cuyo padre tenía un exitoso negocio de muebles en Homs.
Aunque parece una niña feliz la mayoría del tiempo, Zeina se aterroriza y cubre sus oídos cuando escucha a un avión volando sobre ella o incluso gritos. “La llevamos al hospital el otro día cuando hubo disparos celebratorios anunciando una boda en el campamento”, dice su padre. “Le dieron una inyección para calmarla”.
En su vocabulario simple de niña, que normalmente no incluiría palabras como “bombardeo” y “cohetes”, ella relata el horror que los llevó fuera de Homs y eventualmente de su país: “Hubo bombardeos y nos lanzaron bombas. Ellos nos largaron de nuestro hogar”, dice. “Estaban disparando cohetes a nuestra casa cuando nosotros nos estábamos quedando ahí y entonces nos escondimos en un bunker”.
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